La Pobla de Vallbona: sólo dos de la decena de gasolineras existentes disponen aún de personal humano para atender a los clientes en el repostaje

 


 

            TICO DE VICENTE.- La Pobla de Vallbona. Han venido para quedarse. En aras a la eficiencia, la rapidez, la comodidad y el abaratamiento de costes económicos, de un tiempo a esta parte, las gasolineras de low cost se han expandido a la velocidad del rayo y son ya un elemento habitual en los municipios de la Comunitat Valenciana. Atrás quedó aquella estampa donde el conductor llegaba a la estación de servicio, salía de su vehículo, abría el tapón del depósito y esperaba, paciente, que el empleado se acercase, preguntase aquello de cuánto dinero queríamos introducir en el depósito e introdujese, finalmente, la manguera en el vehículo. Una vez terminada la acción, el conductor o conductora del automóvil tiraba mano de su cartea o bolso, sacaba el dinero correspondiente y pagaba. Unas décadas después, las gasolineras tradicionales se abren paso a un ritmo agigantado en el sector hasta el punto que en muchas localidades constituyen una mayoría en este tipo de establecimientos. En el caso de la Pobla de Vallbona, estas gasolineras baratas, fáciles de manejar y rápidas en el servicio monopolizan el sector. De hecho, de la amplia decena de gasolineras existentes en el casco urbano y en los polígonos industriales, principalmente, sólo dos están atendidas por personas. El resto de los establecimientos están gestionadas por máquinas, una situación más impersonal pero mucho más eficiente, sobre todo para los empresarios, que se ahorran una parte notable en salarios y costes de seguridad social pero que, a la postre, son más atractivas para los potenciales compradores: el precio es barato, imbatible para las gasolineras tradicionales. El último de los casos se ha sucedido en la estación de servicio de la calle Poeta Llorente, en la entrada este del casco urbano. Esta estación fue una de las pioneras en la Pobla de Vallbona a la hora de instalarse, junto a la existente en la salida contraria, en el ala oeste del casco urbano, en la antigua carretera comarcal 234, en la calle Guillermo Roch. En el caso de la gasolinera de Poeta Llorente ha pasado de ser una de tipo tradicional atendida por personal a ser gestionada por máquinas.

            La tendencia se viene arrastrando desde la propia pandemia, que irrumpió con fuerza en el año 2020 y una de cuyas aristas supuso una normalización de las tarjetas bancarias como fórmula principal de pago. De esta forma, se evitaba el contacto con el dinero pensando, apriorísticamente, que podía ser un transmisor de la covid y, al mismo tiempo, se ganaba en agilidad y rapidez. Además, no se necesitaba un contacto humano mayor. Poco a poco, esta forma de repostar combustible en los vehículos se ha extendido de tal forma que ya no hace falta la intervención de personal en la gestión de las gasolineras. Con una máquina expendedora es suficiente.

            Sólo en el casco urbano, existen hasta tres estaciones de servicio, tanto en el área este como en la oeste. A ellas, hay que añadir otra en la carretera hacia l’Eliana, las radicadas en el polígono del Mas de Tous, otras en la zona de la Malladeta, en la carretera hacia la Cooperativa y, por último, en algunas unidades de ejecución, según la información a la que ha tenido acceso Infopoblano.  

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