La decadencia del sexo en la Pobla de Vallbona: en 20 años han desaparecido los cinco puticlubs existentes en una localidad con alta tradición eclesial

                                 











 

                        TICO DE VICENTE.- La Pobla de Vallbona. Uno de los datos más curiosos que cualquier visitante recibía cuando llegaba a la Pobla de Vallbona era esclarecer los motivos por los que una localidad con alta tradición eclesiástica y con un sistema político de gran voltaje conservador podía tener tal cantidad de clubes, los conocidos “puticlubs”. La Pobla de Vallbona era conocida más allá de la comarca e incluso de los confines de la provincia por la proliferación de espacios dedicados al sexo, al alterne y a la compañía femenina. Nadie se explicaba los motivos por los que una actividad sin ningún tipo de regulación en aquel momento y ahora –en vías de una pretendida ilegalización mediante legislación- podía tener tal impacto en una localidad donde se multiplicaban las procesiones y los actos litúrgicos mientras que en términos políticos el Partido Popular obtenía estratosféricas mayorías absolutas elección tras elección. Los motivos eran una incógnita difícil de descubrir. Mientras tanto, cinco “puticlubs” campaban a sus anchas en la localidad con un peregrinar de visitantes en busca de “nuevas experiencias”. Los alrededores de los establecimientos eran un trasiego desde primeras horas de la tarde hasta bien entrada la noche y principios de la madrugada.

            Lo cierto es que desde los años 80 la presencia de clubes de señoritas eran ya parte del paisaje urbano, aceptados por la sociedad de aquella época en la jóvenes y mayores, viejos y niños, adultos y adolescentes, todos veían en estos locales un ingrediente más en la vida diaria. Lo que en un principio era dos locales aislados, con el paso de los años se fueron reproduciendo hasta alcanzar la cifra de cuatro clubes. Dos ellos ubicados uno detrás de otro entre las calles Guillermo Roch –enfrente del edificio actual de la Guardia Civil y el otro justo en la parte trasera, en la calle Sant Francesc. El otro estaba radicado cerca, en la calle Doctor Fleming, hoy convertido en una academia. En un radio de poco más de doscientos metros transitaban los tres locales de ocio nocturno, plenamente integrados en el devenir del barrio. El cuarto “puticlub” se hallaba en la otra parte del casco urbano, en la calle Hernán Cortés, frente a la actual gasolinera. Su fachada azul sobresalía sobre el resto. Era fácil su identificación.

 

            Local en el polígono

            Fue a principios del año 2002 cuando abría sus puertas el quinto local de alterne, el ubicado en el polígono del Mas de Tous de la Pobla de Vallbona. Con un espacio suficiente, sin vecinos a su alrededor, ausencia de viviendas e inmerso entre fábricas y talleres de un polígono de reciente creación en aquel momento. Sus enormes letras y sus luces de neón eran un reclamo que se podía divisar desde la autovía de Ademuz que, a su vez, permitía una comunicación perfecta con cualquier visitante llegado desde otra zona de la Comunitat. La novedad estribaba en que, por primera vez, el local dejaba de lado el casco urbano y se ubicaba en una zona más alejada, tanto de la presencia de niños, colegios o jóvenes y apostaba, decididamente, por un polígono donde la industria se abría en un sector en crecimiento. Eran los años del “boom” inmobiliario, del dinero fácil y de la diversión, prólogo de lo que unos años más tarde se convertiría en la gran crisis del ladrillo. Los “puticlubs” funcionaban a pleno rendimiento, con absoluta normalidad.   

 

            Primeros cierres

            Sin embargo, fue a partir del año 2005, con la moción de censura de aquel momento, cuando se empezó una cruzada contra este tipo de establecimientos por cuanto hasta entonces los gobiernos anteriores habían mantenido una actitud cuanto menos permisiva y pusilánime. La falta de licencia de hospedería fue uno de los motivos que obligó al cierre de uno de estos establecimientos. En el interior se multiplicaban las habitaciones equipadas como si de una estancia de hotel se tratase, si bien carecían del correspondiente permiso. El ayuntamiento se mostró implacable con este tipo de locales y escrutaba todos y cada uno de los permisos y las licencias que se exigía para su funcionamiento. Poco a poco se fueron cerrando todos los clubes del casco urbano. Sólo quedaba expedito de cualquier mirada municipal el “puticlub” del polígono industrial, sin ningún tipo de competencia a su alrededor. Así transcurrieron los años hasta que ahora ha cerrado sus puertas y ha salido al mercado inmobiliario su venta como “sala de fiestas” en espera de que alguien lo adquiera. En dos décadas justas, la localidad ha pasado de tener cinco clubes de alterne a no tener ninguno. La Pobla de Vallbona deja atrás el estigma de burdel valenciano.   

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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