La Pobla de Vallbona: 1.100 chalés del área norte carecen de alcantarillado y conexión con la depuradora para verter sus aguas residuales domésticas











            TICO DE VICENTE. Redacción Valencia. Hubo un tiempo, escenificado durante las décadas de los 70, 80, 90 y bien entrados los años 2000 cuando era una práctica habitual la construcción desaforada de viviendas y casas de campo en buena parte de la comarca de Camp de Túria. Muchas familias que residían en la capital valenciana y en los municipios del área metropolitana se “escapaban” los fines de semana para descansar y reposar de la ajetreada vida y del estrés de las grandes urbes en búsqueda de la tranquilidad y el sosiego campestre. Lo que pronto se inició como el conocido “casa de aperos” dedicada a cocina la típica “paelleta dominguera” pronto pasó a ampliar sus dimensiones. De lo que era un encuentro dominical entre la familia se convirtió, de facto, en una nueva realidad urbanística.

            Los municipios de la comarca de Camp de Túria, vírgenes en temas urbanísticos, era el punto de peregrinación de muchas familias que con el paso de tiempo convirtieron la “caseta” en una vivienda con letras mayúsculas. El contacto con la naturaleza, la posibilidad de construirse una piscina veraniega y, especialmente, la vida campestre constituyó un reclamo indudable que llenó los términos municipales con miles y miles de nuevas viviendas. Poco a poco, el paisaje rural se modificó a marchas forzadas en la comarca sin que ninguna autoridad superior comarcal marcase una línea de actuación que delimitase las buenas o las malas prácticas.

            Los ayuntamientos se taparon los ojos ante este nuevo urbanismo y se dedicaron a hacer oídos sordos ante cualquier atisbo de ordenación u organización territorial. Su único afán consistía, en la mayoría de los casos, en aumentar el número de viviendas y, por ende, a incrementar de forma notable los ingresos en impuestos urbanísticos. Se daba la paradoja de que carecían de la gran mayoría de los servicios municipales básicos como alcantarillado, alumbrado y asfaltado, pero, en cambio, sí pagaban sus impuestos en el ayuntamiento. Paradojas de la administración.

            Tantos y tantos años después, buena parte de esos problemas todavía están, actualmente, sin resolver. La Pobla de Vallbona no es ni mucho menos una excepción en el océano de la administración. Según reconoce el propio ayuntamiento local, más de 1.100 viviendas carecen en estos momentos de alcantarillado y de una depuradora para verter las aguas residuales domésticas. Las fosas sépticas y la consiguiente degradación ambiental son la consecuencia inmediata, con el agravante que se trata de miles de viviendas en la misma situación urbanística. La permisividad municipal tiene su cara b.

            Para paliar esta situación, la Generalitat Valenciana proyecta una depuradora en el área norte que dará servicio a los citados chalés del área norte de la Pobla de Vallbona, además de determinadas ubicaciones entre los términos municipales de Bétera, Olocau y Serra, cuyos puntos son limítrofes unos con otros. De momento, la Epsar, entidad encargada del saneamiento, ha contratado ya la redacción del proyecto.

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