TICO
DE VICENTE. La Pobla de Vallbona.
Poco a poco se van abriendo paso en
el mercado inmobiliario local, en la Pobla de Vallbona. Lo que es habitual en
las zonas urbanas y más pobladas, en las áreas locales es más difícil de
hallar. La compartición de una vivienda permite a los propietarios y a los
inquilinos habituales disminuir los gastos mensuales. En cualquier de los
portales inmobiliarios podemos acceder a una vivienda compartida, no solo en pleno
casco urbano sino también en algunas de las urbanizaciones que se distribuyen
por algunas de las partidas del término municipal. Ni la época de pandemia que
vivimos y padecemos desde hace casi un año y medio suponen un freno o una
barrera para la proliferación de estas estancias, en las que alquilamos una
habitación y, por el mismo precio, tenemos acceso a las diversas estancias
comunes. Una forma desenfadada y cómoda de vivir sin las estrecheces que supondría
una vivienda para una sola familia. Entre 200 y 500 euros es el precio en el
que suele oscilar este tipo de viviendas, en función de las prestaciones que se
pueden ofertar y de los lujos que una persona se puede permitir. Depende, claro,
del bolsillo de cada uno, para eso el mercado se encarga de poner de acuerdo la
oferta con la demanda que, casi siempre, suele acertar en su labor arbitral. El
dueño o el propietario de la vivienda establece ya las normas y las reglas
sobre las que pivotará la convivencia entre las diversas personas que serán
parte del paisaje habitual.
En algunas ocasiones, las exigencias
que los dueños o los propietarios de las viviendas que se pueden compartir
elevan a categoría algunos de los requisitos que se deben cumplir para acceder
con todos los honores. Por eso, sorprenden, cuanto menos, los anuncios que
detallan cualquier detalle, por pequeño que parezca. En uno de ellos, se exige
que se alguien de entre 18 y 45 años, de género masculino, que disponga de un
trabajo y que quiera permanecer en este piso, ubicado en una de las avenidas
más conocidas y concurridas de la Pobla de Vallbona, un mínimo de seis meses.
No se exige máximo. Permite fumar, prohíbe las mascotas y también la
posibilidad de llevar pareja a la vivienda. Además, el dueño de la vivienda, inquilino
al tiempo en la misma, se declara naturista y, por ello, reclama que la persona
interesada debería ser, preferiblemente, también naturista, es decir, ausencia
de ropa en la vida habitual en la vivienda.
La oferta se completa con algunas de
las características de la propia vivienda. La habitación sobre un conjunto de
90 metros cuadrados de los que consta el piso, una segunda planta con ascensor
y un total de tres habitaciones. Dos baños completan la estancia. Además, no
faltan las comodidades que exigen los cánones tecnológicos, con conexión a
internet, calefacción individual y todo tipo de detalles mínimos en las áreas
comunes. Sin duda, una forma que poco a poco se va adentrando en las áreas más
alejadas de las grandes urbes. La oferta y la demanda, una vez más, se
encargará de dilucidar la cuestión.
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