TICO
DE VICENTE Redacción Valencia.
La política urbanística y la gestión
que se llevó a cabo durante buena parte de los años 80 y 90 ha supuesto un
quebradero de cabeza a la hora planificar y ordenar el territorio de la Pobla
de Vallbona. Las manidas estrategias que consistían en construirse “una caseta”
en medio del monte, en zonas rústicas y sin licencia, con el pago de la consabida
“multa” económica que imponía el ayuntamiento de la época son la causa de la
actual situación. Decenas y decenas de chalés construidos a lo largo del término
municipal, espaciados por los cuatro lados cardinales, piden a gritos disponer
de los servicios públicos esenciales: agua potable, alumbrado y asfaltado,
principalmente. El planeamiento urbanístico del año 1995, con mayoría absoluta del
PP, intentaba terminar con esta dramática situación. La regularización de toda
una gama de edificaciones y viviendas en suelo no urbanizable eran la punta de
lanza sobre la que debía pivotar la política urbanística del ayuntamiento
vallbonense. Sin embargo, pasadas varias décadas desde entonces la situación
continúa siendo deficiente en varias zonas.
Numerosos núcleos poblacionales no
han completado la urbanización, lo que impide a todos sus vecinos realizar una
vida acorde a los impuestos que pagan, puntualmente. La aquiescencia tácita de
unos y la dejadez traza un dibujo impropio para la localidad. A día de hoy,
hasta 13 urbanizaciones carecen del saneamiento. Se trata de las áreas dels
Aljubs, Casablanca, Cerrao, Mas de Jiménez, Pla de la Cova, Pouet, Lloma del Porret,
L’Hornillo, Lloma Llarga, Maquiva, Els Racons, La Manguilla y el Mas Nou. Además,
en estas mismas áreas –excepto els Aljubs y Cerrao- tampoco tienen alumbrado
público en sus calles ni aceras en las mismas. La situación se agrava aún más
cuando en las áreas de Casablanca, Mas de Jiménez, L’Hornillo, Els Racons, La
Manguilal y el Mas Nou tampoco disponen de agua potable en sus casas. No hay
que olvidar que muchas de ellas cuentan por lustros e incluso por décadas la
historia de sus viviendas. Existe otro caso más sangrante: l’Hornillo tampoco
dispone de electricidad, uno de los servicios indispensables.
Se trata de una carencia dramática
para sus propios vecinos que repercute negativamente sobre el medio ambiente
que debe soportar soluciones inadecuadas para tratar de paliar la ausencia de
una política urbanística inexistente en la Pobla de Vallbona. Núcleos
diseminados, sin ningún control, sin planificación urbanística alguna que han
aflorado a lo largo de los años en este municipio de Camp de Túria, a imagen y
semejanza, de otras localidades de la comarca. Por ello, hace falta una
solución inmediata que los propios propietarios de las viviendas demandan y
reclaman para llevar una vida digna, con todos los servicios esenciales previstos
en cualquier planificación. No hay que olvidar que el actual plan general data
del año 2006 y desde entonces tampoco se ha conseguido revertir la situación.
Incluso, con cambios de gobiernos de signos político diferente a lo largo de
estos tres lustros. Por ello, la revisión prevista por el actual gobierno de
Compromís y Cupo debe servir para que uno de los mayores problemas que afrontan
la política urbanística se pueda resolver en beneficio para todas las partes, los
propietarios de las viviendas y el ayuntamiento que debe velar por una correcta
planificación y ordenación. No solo se trata de un coste económico que sufragar
y aportar los propios vecinos sino por una cuestión de índole ambiental.
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