La oposición de la Pobla de Vallbona languidece entre el desconcierto y la falta de liderazgo político desde que se inició la presente legislatura

                                            Mari Carmen Contelles, del PP. 
 

TICO DE VICENTE. La Pobla de Vallbona.

             Quedarse relegados durante cuatro años a los bancos de la oposición es una de las travesías del desierto que los partidos políticos deben afrontar con sacos enormes de paciencia y encomiable esfuerzo en su objetivo primordial de alcanzar, algún día no muy lejano, las poltronas del gobierno. Se trata de un viaje en el que las alforjas de cada uno de sus miembros deben contener una base seria de iniciativas, proyectos y alternativas creíbles ante la acción del ejecutivo y, lo que es más importante, asentarse como en la opinión pública. Sin embargo, no resulta nunca sencillo. Especialmente, porque en las administraciones locales no existen sueldos o dedicaciones exclusivas para los concejales o concejalas de la oposición –solo privativas para las grandes urbes o ciudades- y, además, no disponen de los recursos materiales que hacen falta para ejecutar una hoja de ruta creíble y con fuerza suficiente para intentar cambiar la orientación de voto. En el caso de la Pobla de Vallbona, se vive una situación análoga a la que ya se desarrolla actualmente en muchos ayuntamientos de la comarca de Camp de Túria, así como también en infinidad de localidades valencianas.   


                                            José Luis Martín, Ciudadanos. 
  
                                             Miguel Ángel Huerta, Vox. 

             Los tres partidos de la oposición –PP, Ciudadanos y Vox- asisten entre la indiferencia, el desconcierto y la inanición a una situación en la que la falta de un alternativa seria y rigurosa brilla por su ausencia. En ese panorama, el gobierno local encabezado por Compromís es el que mayor poder de seducción y crecimiento mantiene de cara a las próximas elecciones locales del año 2023. Desde el comienzo de la legislatura, de la que se van a contar ya los dos primeros años, o lo que es lo mismo el ecuador de la misma, no se ha vislumbrado ningún partido que se erija en la voz cantante de la oposición. Lo que se en el argot político se llama “jefe de la oposición” brilla por su ausencia. Ni está ni se le espera. Simplemente, duerme a la espera de un milagro que dentro de un bienio le posibilite la ocasión de ser parte de un ejecutivo local.

             Labor de los partidos

            En este contexto, primero Vox empezó con la misma fuerza a la par que se iba diluyendo como un azucarillo en un vaso de café. Ciudadanos continúa “desaparecido” y sumido en un mar de dudas provocado por los bandazos que sus dirigentes estatales protagonizan, periódicamente, en diversas partes de España. La adhesión que provocaba hace un par de años se ha evaporado y sobre sus espaldas se cierne la desaparición si la crisis que corroe sus entrañas no se ataja por completo. Por último, el Partido Popular de la Pobla de Vallbona todavía no ha asimilado la derrota que en el año 2015 lo envió al banco de la oposición tras dos legislaturas -2007-2015- al frente del ayuntamiento con sendas mayorías absolutas. Su labor se centra en sortear y capear las crisis internas que, en el ámbito autonómico, lo tienen sumido en la inacción. Carecen de estrategia y de una hoja de ruta viable con sus objetivos consustanciales. Su líder y portavoz municipal, Mari Carmen Contelles, tiene una capacidad oratoria notable, pero carece, al mismo tiempo, de una continuidad cronológica y de un trabajo de fiscalización notable sobre la labor del gobierno local.  La intermitencia en este trabajo y la falta de consistencia son patentes y configuran, al tiempo, un hándicap en cualquier ámbito de la vida.             

              "Técnica del cazador"

            Precisamente, los tres partidos de la oposición tienen en común la falta de un proyecto duradero de control sobre los partidos que componen el ejecutivo de la Pobla de Vallbona. Agazapados tal cazador a la espera de una buena pieza que sobrevuele su área de acción, vierten sobre el fallo del contrario todo su activo actual. O lo que es lo mismo, creen más en el fallo del contrario o en alguna “clavà de pata” sus expectativas electorales. Sus credenciales son similares a las oposiciones que existen, también, en muchos municipios de la comarca. Fiscalizar y controlar no es una labor sencilla ni grata. Sin embargo, es uno de los resortes a su alcance para conseguir sus logros. Su paciencia y su grado de esfuerzo son los ingredientes que pueden marcar su éxito o su fracaso. El tiempo, por supuesto, dejará a cada uno en su lugar.  

Comentarios

  1. En las monarquías absolutistas y también en las dictaduras, lo propio es la obediencia, sean como sean. En las democracias también es obligada la obediencia - cuando las cosas se hacen bien, y la oposición - cuando se hacen mal, lo que da a las democracias - donde todos son demócratas - más eficiencia de los gobernantes, pues de no ser eficientes la oposición lo muestra.

    Lo que esta claro en toda oposición democrática es que se necesita además de carácter, se necesita acierto. Pues con acierto de la oposición se corrigen muchos fallos de los que gobiernan.

    En la Pobla de Vallbona quienes gobernaron y quienes gobiernan tienen muchos fallos, pues quienes llegan al poder gubernativo gobiernan por predisposición sicopática de taras políticas anteriores, que nada tienen que ver con las necesidades reales del momento. Y quienes han sido oposición, y quienes lo son, repiten las mismas sicopatías.

    Lo curiosos es ver en la Pobla de Vallbona que siempre estamos tropezando en las mismas piedras, no corregimos, y gobierne quien gobierne, y sea la oposición la que sea, nos lucimos metiendo la pata, y siempre en la misma piedra.

    So. Andrés Castellano Martí.

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