500.000 euros cuestan limpiar y desescombrar las naves abandonadas y los solares de Valforsa en la Pobla de Vallbona


                                                                 Abandono y peligro de derrumbe total. 

           TICO DE VICENTE. La Pobla de Vallbona.

 

            Alrededor de 500.000 euros. Ese es el precio del coste económico de las tareas de limpieza y desescombro de las naves abandonadas y las parcelas sobre las que se levantan estos edificios que hace años se dedicaban a la fabricación y elaboración de los ladrillos. Eran los tiempos en los que se ataban los perros con longanizas, la producción de planes urbanísticos crecía hasta debajo de las piedras, no se encontraban a nadie para trabajar en las obras y los estudiantes de cualquier especialidad, especialmente las profesionales, dejaban sus planes académicos ante las sugerencias que tenían antes sus ojos: un empleo estable, cientos de euros de salario mensual y la posibilidad de acceder a un coche de gama alta con la opción añadida de una vivienda propia tras optar por la emancipación y, por tanto, una vida ya de adulto. No hace tantos años n décadas de ese panorama, pero parece que ya forma parte del pasado más reciente, no solo en la Pobla de Vallbona sino en un buen número de municipios valencianos. Una vida de color de rosa hasta que vino el golpe posterior, la crisis cuyo cénit se alcanzó entre los años 2011 y 2015.


                                                              Trastos y escombros se acumulan en los alrededores.  


            De aquellos polvos vinieron estos lodos, podría decirse. De aquel mundo maravilloso –un mundo feliz en la jerga filosófica- se pasó a la cruda realidad. Paro, pobreza, asistencia social y desarraigo. Además, la crisis dejó tras de sí miles y miles de viviendas por construir, esqueletos de edificios a medio acabar, un panorama desértico en algunas zonas y el abandono de la santiguas fábricas de ladrillos o ligadas al sector de la construcción lastradas por las deudas y los desengaños económicos. Concursos de acreedores fueron algunas de las recetas más prescritas en muchos casos. En el caso de la Pobla de Vallbona, las conocidas fábricas de Valforsa, frente a la urbanización de la Rascanya, es el paradigma más claro de esta clara disfunción. Hace años que los dueños de la empresa propietaria dejaron de pagar a sus proveedores, cerró las puertas al público y entró en concurso de acreedores. El mismo recorrido que muchas otras empresas de la competencia tuvieron que tomar y, en muchos casos, sin opción al retorno. El paso de los años trajo desolación, abandono, robos y sustracción de los elementos de mayor valor. Las naves, junto a un área comercial de nueva implantación que atrae a decenas de personas cada día, constituyen un peligro evidente para los transeúntes, los niños más traviesos o los ladrones de material de más valor.  
                                                                                    Interior de las naves
               

            Sin embargo, las arduas tareas de limpieza, desescombro y adecuación de los terrenos están cifradas en alrededor de 500.000 euros en total. Así, se ha expresado el actual equipo de gobierno de la Pobla de Vallbona en respuesta a una pregunta de la oposición. La empresa propietaria, pese a los numerosos requerimientos del ayuntamiento, no ha movido ficha en todo el tiempo que dura ya el concurso de acreedores y, en el horizonte más inmediato, no se vislumbra ningún tipo de solución factible y rápida. Al contrario, la situación está absolutamente enquistada. La ejecución subsidiaria no es la mejor situada ni es la opción más factible a medio plazo. Este camino supondría que el Ayuntamiento de la Pobla de Vallbona debería desembolsar, primeramente, esta importante cantidad de dinero y, a continuación, requerir el dinero a sus iniciales. El miedo y el temor a acudir a la vía vida judicial para limpiar y adecentar los solares es uno de los más importantes frenos que coarta la opción de la ejecución subsidiaria. La aparición de diversas empresas o mercantiles interesadas en destinar los centenares de metros cuadrados a un negocio o actividad determinada es uno de los ejes sobre los que pivota el futuro más próximo de esta nave. Recuperar el tiempo perdido es uno de los lastres que se cierne sobre estas antiguas fábricas.     

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